"Como hijos obedientes, obedezcan a Dios; no vuelvan atrás a sus viejos caminos -a la práctica del mal, porque en aquel tiempo no conocían nada mejor. Pero ahora, sean santos en todo lo que hagan, tal como es Santo el Señor que los invitó a ser sus hijos. Porque el mismo Señor dijo: Sean santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1: 14-16)

Santidad es el desafío de nuestro día a día, a pesar de saber que la santidad es una realidad posicional que tenemos en Cristo. Jesús nos posicionó así: ¡somos santos! Pero ¿por qué es tan difícil lidiar con la realidad de nuestra conciencia para generar un carácter santo, para ser verdaderamente multiplicados como un pueblo santo?

Es por las dificultades enfrentadas que necesitamos decidir invertir masivamente en nuestras vidas en relación con la santidad. En realidad, a menudo estamos hablando del tema. Dios conoce las debilidades que existen en nosotros y quiere que cada día podamos proclamar la santidad hasta que la forma, la estructura y la medida de la santidad estén en nosotros.

Santidad es un asunto que jamás debe salir de nuestra boca, por el contrario, es siempre el asunto que Dios quiere generar en nuestra vida y en nuestro corazón. Santidad es imprescindible. Santidad es nuestro llamado, tiene que ver con nuestra naturaleza, pero va más allá. Santidad es un legado que Dios ha establecido para que, a partir de una experiencia genuina de santidad, podamos involucrar a todos aquellos que amamos en el mismo blanco, en esa característica necesaria para ver verdaderamente al Señor.

La santidad nos acerca a Dios. "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor." (hebreos 12:14). Este tema, por más que parezca que no tenemos nada nuevo para hablar de él, todavía queda mucho por aprender. El Espíritu Santo nos toma y nos muestra la luz para que podamos ministrar sobre santidad.

Siempre habrá mucho para aprender sobre la santidad. En realidad, hay más de lo que podamos imaginar. Entonces, deje que Dios hable con usted a través de este estudio. No responda nada. Sólo permita que su conciencia funcione en un diálogo fantástico con el Padre para que todo se arregla dentro de usted.

La santidad es una vestimenta muy importante. Siempre servimos a aquel a quien pertenecemos. A quien yo pertenezco, a ese, yo sirvo. Pare y reflexione: ¿A quién has pertenecido? Es a ese a quien perteneces que tu servirás.

A veces, tienes cierta dificultad en lidiar con las cosas ligadas a la santidad, como la manera de hablar, vestir, de actuar. Muchos buscan santidad, oyen sobre santidad, hasta hablan de lo que aparenta la santidad, pero muchos se quedan sin entender que, lo que aparenta no siempre es la respuesta de lo que verdaderamente es.

Si usted quiere encontrar genuinamente santidad en esencia, debe lidiar con aquel a quien perteneces y sirves, pues a quién perteneces, es a quien sirves. A quien usted pertenece mueve sus emociones y sus sensaciones. ¿A quién perteneces? Tal vez esa reflexión te haga descubrir que hay media santidad dentro de ti, que estás medio comprometido, que estás dividido entre tantas cosas, porque falta santidad en un nivel mayor en tu vida. Es como si Dios no estuviera reinando el 100%.

¿Puedes decir si pertenece 100% a Dios?

Si usted no puede responder de inmediato, puede ser porque hay una apariencia de que el universo de su vida es como un teatro en el que para cada personaje usted representa a alguien perfectamente.

SANTIDAD ES PERTENCER

"Y el mismo Dios de paz os santifique en todo; y todo vuestro espíritu, y alma, y ​​cuerpo, sean plenamente conservados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo“ (1 Tesalonicenses 5:23)

Cuando pertenecemos a Dios, nos movemos en Él y hacia Él. Su vida no puede ser comprometida con este mundo. A quién perteneces es la pregunta clave. El hecho de estar en la iglesia no significa que seas completamente santo. Muchas veces, estás en la Iglesia, pero por dentro estás deseando el mundo. Eso no es ser absolutamente santo. Si usted está insatisfecho, es porque está partido en dos.

¿Somos de Jesús? ¿Somos de Dios? Y luego, ¿qué? Hay momentos en que parece que no somos ni de Dios, ni de Jesús. Y es allí que no nos sirve de una ética religiosa, fantástica o muy honesta. ¿Como así? Es que a veces, a causa de la ética o de la postura religiosa, no se permite decir ni mostrar nada contra Dios, pero, silenciosamente, usted piensa y hace cosas contra Dios. Y aunque no seas expuesto, que nadie más sepa lo que piensas y lo que haces, Dios si lo sabe y tú también.

No quiero que te desesperes. También no quiero poner duda en su corazón. Sólo quiero llevarlo a reflexionar sobre su vida y el nivel de santidad que ya ha alcanzado o que necesita alcanzar. Esto digo, porque siempre necesitamos más santidad en nuestras vidas. Lo que no podemos es vivir bajo los engaños, pensando ser lo que no somos.

Es un gran beneficio evaluar y descubrir quiénes somos y de quien somos. Y si usted descubre que no es de Dios, que bueno que descubrió, entonces es tiempo de cambiar. El ser humano necesita una definición. En Dios, sólo sirve si estamos 100% en Él, todo para Él. Para Dios, sólo sirve si somos íntegramente de Él. Pero para el diablo, sirve cualquier cosa porque él sabe que cualquier cosa es todo para él. Así como Dios sabe que nada, es nada para Él.

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Plano de Leitura Bíblica

30 Dez
Jó 40
Malaquias 2
Apocalipse 19 e 20
31 Dez
Jó 41 e 42
Malaquias 3 e 4
Apocalipse 21 e 22
01 Jan
Gênesis 1 e 2
Salmos 1 e 2
Mateus 1 e 2
02 Jan
Gênesis 3 e 4
Salmos 3 a 5
Mateus 3 e 4
03 Jan
Gênesis 5 e 6
Salmos 6 a 8
Mateus 5
04 Jan
Gênesis 7 e 8
Salmos 9 e 10
Mateus 6
05 Jan
Gênesis 9 e 10
Salmos 11 a 13
Mateus 7