"Pero, como es santo el que os llamó, sed vosotros también santos en toda vuestra manera de vivir." (1 Pedro 1:15)

Es tiempo de invertir en el carácter y vivir la santidad para implementar ese legado que es un derecho de todos los que sirven a Dios con integridad. No es fácil, pues tenemos dos clases de personas, aun siendo creyentes: una extremadamente consagrada, y otra formada por aquellos que son oportunistas, que entran en la Iglesia y traen molestias, pues destilan carnalidad.

En mi experiencia personal, he visto que la primera clase es una delicia, la otra, un desafío. Preservar la santidad es una hermosa misión que no todos logran cumplir, principalmente cuando están apegados demasiado a la carnalidad. En ese caso, necesitan ser moldeados para vivir ese pacto. Pero la energía, la disposición y el compromiso de la mayoría se convierten en un incentivo para continuar invirtiendo.

La santidad es un legado que no es un accidente, sino una conquista propuesta a las personas que están dispuestas a vencer y sumergirse en Dios para tener una vida de pleno éxito, pues ser santo es un legado para transformar esta generación.

¿QUÉ ES LO QUE NECESITO PARA PRESERVAR LA SANTIDAD?

Para preservar la santidad hay que pagar un precio que es desafiante, pero es posible. En un siglo donde quieren instalar el tercer sexo, tenemos niños, jóvenes, hombres y mujeres sedientos de Dios y otros que aunque hayan tenido una experiencia en el pasado con el pecado, hoy poseen un deseo muy grande de vivir el carácter de santidad aprobado en todos los niveles. Estos entendieron que la santidad es un legado. Pero si la santidad es un legado, ¿cuáles son las recompensas de guardar ese legado?

1. BIENESTAR PERSONAL

El mayor regalo de tener un carácter de santidad no es satisfacción para terceros, sino el placer interior de saber que somos aprobados en nuestras actitudes por la conciencia de que, a pesar de la tanta confusión en este silo, una generación es innegociable.

He visto y convivido con personas comprometidas que son una semilla de esperanza y una brújula orientadora de lealtad, pues no se dejan influenciados por el mundo, sino que influencian cientos de vidas a alimentar el patrón de la santidad. Esto causa un bienestar personal, en el que la satisfacción de caminar en la ruta correcta es un regalo dado a sí mismo.

Tal vez, la mayor recompensa del legado de vivir en santidad sea tener  paz interior y la certeza de que hemos dominado el pecado. "Hijo mío, si los pecadores buscan atraerte con agrado, no lo aceptes" (Proverbios 1:10)

2. BIENESTAR SOCIAL

Cuando guardamos nuestra integridad ante Dios, andamos con seguridad y confianza delante de los demás. Lo que más sostiene el carácter de santidad es el factor de la confesión diaria de quién es usted en el ambiente donde está, pues cada día tiene una trampa nueva para comprometer su comunión con Dios.

El ser común es fácil, pero el triunfo está en convivir en medio de muchos y no renunciar al llamado innegociable: ser santo, así como Dios es Santo. "Pero, como es santo el que os llamó, sed vosotros también santos en toda vuestra manera de vivir." (1 Pedro 1:15)

3. BIENESTAR EN LA COMUNIDAD

Nuestro testimonio donde vivimos es de fundamental importancia. A veces, algunos no logran vencer sus dificultades en la comunidad donde viven, Iglesia local, y se convierten en blanco fácil de burlas y críticas. Son una puerta abierta para el mal testimonio, y eso lleva al Evangelio a entrar en escarnio por parte de algunos.

Pero, en contraparte, existe una raza elegida, de sacerdocio real, pueblo de propiedad exclusiva, arrancado de las tinieblas para la maravillosa luz. "Pero vosotros sois la generación elegida, el sacerdocio real, la nación santa, el pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz." (1 Pedro 2: 9)

Con esa conciencia, estamos aptos para convertirnos en los grandes  líderes en la comunidad, pues entendemos que ese legado no puede ser corrompido y el buen testimonio en la Iglesia local es un factor primordial para llevarnos a lugares altos. La conciencia del legado que se nos ha concedido, nos lleva a la responsabilidad de que algo nuevo está surgiendo para honrar el Nombre de Jesús y consolidar nuestro carácter en Su Reino.

4. BIENESTAR EN LA BODA

Para los que están casados, la santidad guarda la pareja y mantiene al hombre y a la  mujer fieles el uno al otro. Cuando una pareja tiene el legado de la santidad, tiene derecho a la generación espiritual y biológica. Son días de conquistas resultantes de ese legado, pues será siempre respetado.

Las casamientos que empiezan en pecado cuando aún estaban solo  en la etapa del compromiso, con certeza, tienen menos probabilidades de acertar que aquellos que lucharon contra la carne y no se dejaron llevar por las pasiones carnales. Generalmente, por parte de algunos, vemos que una de las partes de la alianza no se firma. Cuando levantamos el historial, hay argumentos del pasado. Por eso, necesitamos comprometernos como hombres y mujeres santos, pues para eso somos llamados, y cuando nos santificamos, una de las recompensas del legado es un casamiento saludable.

5. BIENESTAR EN LA ENSEÑANZA

Esta es una verdad incontestable: cuando somos aprobados en el carácter de santidad, recibimos un legado y una sustentación de testimonio. Eso nos respalda y nos encamina al éxito. Este éxito es con la vida y no con el discurso.

Cuando preservamos la santidad, nuestra autoridad para enseñar gana poder, y la intolerancia con el pecado es mayor aún. Necesitamos ver el pecado como un desastre que nadie quiere sufrir, pues es muy terrible cuando un líder quiere enseñar a una generación, pero está lleno de argumentos en el carácter, con la santidad comprometida y disgregada. La orden del Padre es: "¡Sede santos!", Como dice en 1 Pedro 1:16.

¡Qué cosa buena es la conciencia de haber cumplido! Siguiendo estos principios arriba citados, seguramente seremos más consolidados y el dedo de acusación del adversario no estará en nuestra dirección. Necesitamos ser hombres y mujeres tomados de autoridad y recobrados en la confianza, para que nuestra vida esté llena de la gloria de Dios. Que no vivamos sólo en el ámbito de las palabras, sino que seamos parte integrante en el modo de vivir en santidad y que nuestro carácter exprese la vida de Él en nosotros. Así, seremos una generación de cambio, porque el legado no está en el discurso, sino impregnado en nuestra forma de vivir.

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Plano de Leitura Bíblica

24 Dez
Jó 33
Zacarias 9
Apocalipse
7 a 9
25 Dez
Jó 34
Zacarias 10
Apocalipse
10 e 11
26 Dez
Jó 35 e 36
Zacarias 11
Apocalipse
12 e 13
27 Dez
Jó 37
Zacarias 12
Apocalipse 14
28 Dez
Jó 38
Zacarias 13 e 14
Apocalipse
15 e 16
29 Dez
Jó 39
Malaquias 1
Apocalipse
17 e 18
30 Dez
Jó 40
Malaquias 2
Apocalipse
19 e 20